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DIARIO DE LA ESPERANZA - Día 57

“El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena

Juan 16,23






Cuando íbamos de campamentos o colonias muchos jugamos a un clásico, que es el juego de pistas. Con tu grupo ibas, emocionado, buscando las que te permitían o avanzar a la siguiente prueba o conseguir puntos para, al final, lograr el objetivo que se había explicado al principio a todos los grupos. La clave para poder avanzar bien era una: encontrar las pistas. Porque eran como la seguridad de que íbamos por el buen camino en el juego. Pero en los grupos siempre había gente de tres tipos: unos, que no encontraba ninguna pista, otros que encontraban alguna, y otros que encontraban muchas. Esos especialistas eran fantásticos porque nos ayudaban a avanzar bien y seguros a todo el grupo.


Pienso que en la vida pasa algo parecido. Hay quien tiene especiales aptitudes para ser el que encuentra todas las pistas. Pero, para encontrarlas hay que ser observador e intuitivo. Y algo de eso se puede aprender, es cuestión de proponérselo y de hábito. Observar con atención y hasta tomar una actitud contemplativa, facilita mucho poder captar lo importante. Es aquello que decía San Ignacio de Loyola: “Ser contemplativos en la acción”. Y esto, repito, lo podemos aprender todos.


Veamos, aunque sea poco, esta idea. En toda vida hay una tensión entre la contemplación y la acción, entre parar y actuar. Pero, ¿cómo combinarlas bien? ¿Cómo encontrar a Dios en nuestro día a día, en lo cotidiano, en la vida y en la muerte, en nuestro sufrimiento y en el ajeno, en la parada del bus y en la consulta del médico, en la cola de la pescadería y en nuestra iglesia, en nuestro trabajo estresante y en las horas de ocio? Un estorbo es vivir con superficialidad la vida. Dejarse imbuir por la acción, “el hacer, hacer, hacer”. Por ello, vivir con hondura la vida es básico para saber encontrar esas pistas que te ayudarán a tomar buenas decisiones y avanzar bien en tu vida, y esta no es un juego. Y te preguntarás, como eso del chiste ¿hay alguien más ahí? Pues eso: Dios, el Espíritu Santo que te quiere ayudar a vivir en esa clave. Pero se lo tienes que pedir y él se pondrá en marcha. Como esperará que tú te pongas en marcha y te dispongas a ser contemplativo en la acción, viviendo con hondura la vida y en clave de discernimiento. Si le pides que te entrene, el Espíritu Santo nunca dice que no. Tiene muchos deportistas que entrenar, pero se las apaña para multiplicarse.


Para acabar, la propuesta de hoy: repasar el escrito de ayer, porque en él hablaba del Espíritu Santo (llamado de forma simpática “el gran olvidado de la Santísima Trinidad”). Pienso que nos puede ayudar para tomarnos en serio su enorme importancia. De hecho, te puedo asegurar, que cuidar la relación con el Espíritu Santo marca la diferencia. Yo te lo propongo. Cuando nos acerquemos a Pentecostés, ya hablaré más de él y en la web pondremos una sección especial para Él, que se la merece de sobras.


No lo olvidemos: esto va a pasar y Dios está con nosotros.


¡Ánimo, que HAY ESPERANZA!


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Hasta mañana… Si Dios quiere. :)

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