“Hay algo que traigo a la memoria, por eso esperaré”
Lamentaciones 3,21
“¿Qué, todo bien no?”. Pues no.
Esto es lo que dan ganas de responder a veces, a quien pregunta así. De hecho, hacer esa pregunta es no preguntar ni interesarse realmente. Porque no todo va bien. Es más, hay quien está fatal, cansado, desgastado, harto, frustrado… No sé si estás de acuerdo, pero solo hace falta hablar con la gente para darse cuenta del momento en el que estamos. Hay un cansancio generalizado innegable.
Ante este agotamiento, ¿qué podemos hacer? Hago 3 propuestas.
Primero: reconocer a las personas de confianza ese desaliento. No pasa nada por reconocer nuestro agobio. Todos padecemos momentos de fatiga mental y de desánimo. Eso es muy normal y es un signo de estar en la realidad. No pienses que eres la única persona que se siente de esta forma. Dios nos dio sentimientos, y estos nos dan señales de cómo estamos. No los reprimas, comparte. Verás que te hace bien.
Aquí todo el mundo está cansado, yo también. Pero creo profundamente que Dios está con nosotros, que en esta etapa dura de nuestra historia, Él camina a nuestro lado. Aunque a veces todos los días me parezcan iguales y eso me inquiete, sé que Dios “hace nuevas todas todas las cosas” (cf. Ap 21,5) y que también lo hará mañana.
Segundo: rezar. Rezar mucho y más que nunca. Últimamente tengo la intuición de que solo rezando mucho veremos claro por dónde tirar. Orando tendremos la clarividencia y la paz necesarias para saber cómo vivir todo esto.
Tercero: recomenzar. Los lunes por la mañana, para algunos, son el peor día de su vida. Siempre. Los odian. En esta situación, en verdad, todos los días pueden acabar siendo como un lunes. En plan de broma, me acuerdo de un cartel que decía: “Viernes que te quiero viernes”. Pues en épocas así los viernes no saben mucho a viernes; también parecen un lunes.
Cada uno a su ritmo y con sus tiempos, pero necesitamos asumir la actitud de recomenzar. Seguro que si somos fieles en la oración, en nuestro encuentro con Cristo, de forma misteriosa y sorprendente, recuperaremos esas ganas de vivir. Recuperemos estas palabras del libro de las Lamentaciones: “Hay algo que traigo a la memoria, por eso esperaré: Que no se agota la bondad del Señor, no se acaba su misericordia; se renueva cada mañana, ¡qué grande es tu fidelidad!” (Lm 3,21-23).
Para acabar, esta semana te propongo llevar a la práctica estas tres “erres”: reconocer, rezar y recomenzar. Ánimo todos. Sin prisa pero sin pausa.
Feliz semana y que Dios te siga bendiciendo. :)
P. D.: Si te ha gustado el texto, dale al corazón que hay abajo a la derecha.
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