Entonces vivíais sin Cristo: (...) ajenos a las alianzas y sus promesas,
sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Efesios 2,12
Cada persona en la Iglesia tiene un mensaje para compartir con el mundo. El empresario de mediana edad tiene uno. El padre soltero tiene uno. La chica de
15 años que acaba de ser confirmada tiene uno. La mujer de 95 años en un hogar de ancianos también tiene uno.
Como sacerdotes, entendemos que cada miembro de la Iglesia es un evangelizador. Y entonces, contarles a otros sobre quién es Jesús y lo que vino a hacer no es una misión destinada solo para nosotros.
La Biblia deja muy claro que Dios ha llamado a cada creyente a compartir la Buena Nueva.
Sé que no es fácil lograr que todos en nuestras parroquias se comprometan con la evangelización. Y puede que a veces no sepas qué decir, que no tengas tiempo o que te dé vergüenza hablar de temas espirituales.
Entender por qué hablar de Dios e invitar a otros es tan importante que nos ayuda a comprender la necesidad y el valor de compartir nuestra fe. Aquí te doy 3 razones por las que Dios quiere que compartamos nuestra fe.
Primero, Dios nos hizo para conocerlo. Los seres humanos somos únicos. Dios nos hizo a su imagen. Tenemos su espíritu, lo que significa que podemos comunicarnos con Él. Dios quiere una relación a largo plazo con nosotros. Las personas que no conocen a Dios pierden el objetivo por el cual los puso en este planeta. ¡Y eso es trágico!
Segundo, compartir la fe es nuestra responsabilidad. Dios deja claro que si las personas que nos rodean van por mal camino y no les compartimos el Evangelio, somos responsables. Las personas están en nuestras vidas por una razón. Si no les hablamos de Jesús y pasan una eternidad lejos de Dios, eso es culpa suya, pero también nuestra.
Tercero, tu testimonio al compartir la fe muestra tu gratitud por lo que Jesús ha hecho por ti. Con demasiada frecuencia olvidamos lo que realmente es la Buena Nueva. La Biblia nos dice: «En ese momento estabais sin Cristo. . . . no teníais esperanza y estabais en el mundo sin Dios» (Efesios 2,12). ¡Dios nos ha rescatado! Si tuviéramos una cura para el cáncer y no la compartiéramos, sería un delito. Conocemos la única manera de tener una relación con Dios. Lo hemos experimentado. Si no lo compartimos con los demás, estamos actuando como unos desagradecidos.
Así que, ¡comparte la Buena Noticia!
Y, si te ha gustado este escrito, dale al corazón.
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