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EN BUSCA DEL TESORO

"El que lo encuentra, va a vender todo lo que tiene y compra el campo"

Mt 13,44



Estaba con un amigo sacerdote y otros chicos en Calcuta, en Kalighat, la primera casa de moribundos que Madre Teresa fundó. Era Domingo. Estábamos preparando la santa Misa, junto a voluntarios de todo el mundo y las hermanas. Por asamblea de honor había enfermos de toda clase y algún moribundo en agonía; pero siempre un rostro bondadoso a quien mirar y una mano que poder apretar.


Moviéndonos en un ambiente que entremezcla lo dramático y lo celestial, sucedió algo. De golpe, en medio de indios de tez bien oscura, apareció un hombre con tipo de jugador de baloncesto profesional, alto y una cierta melena muy rubia. Entró con un grupo de niños discapacitados. Parecía el padre de todos. Me sorprendió tanto que fui a una hermana con quien tenía confianza y le pregunté, bastante alucinado, quién era. Me dijo que era un alemán. Tenía un negocio que le había dado mucho dinero, aún siendo un joven de treinta y pocos. Pero la primera vez que fue a Calcuta, le cambió la vida para siempre.

Resulta que, estando en una Misa, se leyó la parábola del tesoro y la perla (Mt 13,44-46). Ese texto fue un auténtico terremoto en su vida. Volvió a su tierra natal, vendió todo lo que tenía, se fue a vivir a Calcuta y creó un orfanato para niños discapacitados que nadie quería.

Efectivamente, Dios cambia vidas y, al cambiar la nuestra, puede cambiar la de muchos. Él es el Dios de lo imposible.

Esta historia real puede enseñarnos mucho, pero querría resaltar 3 aspectos.

Primero, el tesoro hay que buscarlo. No vas a encontrar el tesoro si te quedas sentado en el sofá mirando la tele o viendo vídeos de Youtube uno tras otro. Utilizando una expresión del papa Francisco, nada te va a pasar de especial “balconeando” la vida. Hay que jugársela, hay que ir, hay que tratar de encontrar ese tesoro.

Segundo, conseguir el tesoro tiene un precio. Para obtener algo todos debemos renunciar a algo. El precio es vender la comodidad, los ‘pequeños placeres’, la soberbia, la superficialidad, el materialismo, el relativismo, el estrés... ¿A qué estás dispuesto a renunciar?

Tercero, Dios puede cambiar nuestra vida en el momento menos esperado. Y si eso te pasa, vas a ser la persona más feliz del mundo. No habrás perdido nada, sino que lo habrás ganado todo. No te líes, el tesoro es Cristo y su reino.

Para acabar, esta semana te hago una propuesta doble. Primero, rezar con este texto de la parábola del tesoro y la perla (Mt 13,44-46). Segundo, mirar el GPS de mayo, por si quieres encontrar el tesoro o ayudar a otros a encontrarlo.


Pa’lante...

¡Ánimo todos!

Feliz PASCUA y que Dios te siga bendiciendo. :)

P. D.: Si te ha gustado el texto, dale al corazón que hay abajo a la derecha.

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