“El pueblo entero se reunió como un solo hombre”
Nehemías 8,1
“Dentro de un tiempo haremos una gran Eucaristía”. Estas son las palabras que me escribió el domingo pasado un feligrés de la parroquia, un joven de 45 años, casado y padre de dos hijos. “Dentro de un tiempo haremos una gran Eucaristía...”. Como un estribillo, lleva resonando en mí durante toda la semana, como esa canción que de golpe se nos pega y vamos tarareando todo el día. Y “es que este día está consagrado al Señor” (Ne 8,9). Hoy es Domingo y echamos de menos ir a la iglesia, celebrar la Misa, escuchar juntos la Palabra, recibir a Jesús, encontrarnos con nuestra gente. Eso es cierto, pero “no estéis tristes ni lloréis” (ibidem).
Llevamos dos domingos sin poder celebrar juntos la Eucaristía y nos sentimos raros. Sentimos que nos falta algo. ¿Cómo no vais a notar que os falta algo si os falta la Comunión...? Yo, como sacerdote, puedo celebrar cada día, recibo el Cuerpo de Cristo y le adoro cada mañana y cada tarde. Pero, ¿y vosotros? Pienso que nos va hacer pensar mucho sobre cómo la valoramos. Porque no se trata de ir a Misa sino de vivirla y de vivir de la Misa. El Padre Pío decía: “hacen falta 24 horas para prepararse para la Eucaristía y 24 horas para vivir de ella”. A vosotros os va a tocar algo más. Yo lo siento con toda el alma, pero, como no hay mal que por bien no venga, seguro que nos la va hacer valorar mucho más.
Pero vayamos a los hospitales. Te has preguntado, ¿cuántas personas enfermas de coronavirus, hermanos y hermanas nuestros que están aislados en esas UCIs, desean con todo el corazón recibir la Comunión? Estoy seguro de que muchas más de las que nosotros y personal sanitario, y políticos, nos pudiéramos imaginar. ¿Podremos, después de todo esto, ir a Misa pero no estar en Misa? ¿Podremos volver a quejarnos si la Misa dura más de 50 minutos? Espero que retengamos esta sensación de vacío mucho tiempo en nuestra memoria, personal y colectiva. Y si no la tienes, pregúntate por qué y qué vale la Misa para ti.
Para acabar os propongo algo muy sencillo: en “modo oración”, hacer memoria de cualquier Misa que hayas vivido. Vas a recordar grandes Misas de tu vida. Si te vienen a la memoria muchas imágenes, da gracias a Dios por ello. Si no te vienen muchas, pide tener nostalgia de Dios en tu vida. En cualquier caso, pidamos todos a Dios para que, cuando pase todo esto, compartamos y celebremos la Eucaristía como nunca antes la hayamos celebrado. Porque ese día nos miraremos y abrazaremos; lloraremos y sonreiremos; cantaremos y escucharemos. Y celebraremos y comulgaremos.... Como nunca antes.
No lo olvidemos: esto va a pasar y Dios está con nosotros.
¡Ánimo, que HAY ESPERANZA!
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