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Diario de la Esperanza - Día 51

“Quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él”

1 Juan, 4,16



Llevamos juntos ya más de 50 días de confinamiento. ¡Quién me iba a decir, cuando empezamos este diario, que iban a ser tantas las páginas escritas! Echando la vista atrás, uno ve cómo juntos hemos compartido un largo recorrido, cada uno desde su casa. Siento, como pasa en algunas películas, que ha habido centenares de historias que se iban dando de forma paralela, y que en determinados momentos esos actores se conocían y protagonizaban escenas de encuentro. Estoy absolutamente seguro de que Dios, como tú o yo cuando vemos esos films y sonreímos al ver que se conocen ese o aquel otro personaje, Él sonreía y, de hecho, nos bendecía como solo Él sabe hacer.


Este diario es el DIARIO DE LA ESPERANZA, y tiene, como característica fundamental, que no se focaliza en el pasado, sino en el presente y el futuro, para ayudar a vivir todo esto mejor. Así que, en este y los dos escrito siguientes, voy a ir al origen de este diario: la esperanza. Esta pequeña excursión la vamos a hacer de la mano del Papa Benedicto XVI y de su exhortación Spe salvi -Salvados en esperanza-, escrito de cabecera para este proyecto del diario. Veremos juntos lo que él llama “lugares” de aprendizaje y ejercicio de la esperanza. Una auténtica delicia.


Hoy empezamos por “La oración como escuela de la esperanza”. Lo único que voy a hacer es ponerte platos exquisitos y presentártelos para que después tú, los saborees con calma. De verdad, hace tiempo, que no leo nada tan bueno como esto: Spe salvi, 32-34. Te explica que cuando ya nadie te escucha, Dios todavía te escucha; que cuando ya nadie puede ayudarte, Él puede. Te explica cómo vivió la situación de desesperación, aparentemente total, el inolvidable cardenal vietnamita Nguyen Van Thuan, en la cárcel durante trece años. Aparece San Agustín en escena -y por ello nos ponemos en pie, aunque a él no le gustaría nada- y, como el mejor maestro, nos enseña que el corazón humano, para recibir Alguien tan grande, necesita ser ensanchado y purificado. Purificado porque si quiere recibir miel, necesita liberarse del vinagre, para así abrirse a Dios y a los demás, como se merecen. Pero vemos cómo el hombre, para ello, ha de purificar sus deseos y esperanzas. Al final, debo confrontar mi yo con Dios, siendo así una experiencia muy personal y renovadora. Y esa purificación nos va haciendo capaces para acoger a Dios y servir a los hombres. Con lo que nos hacemos capaces de la gran esperanza y nos convertimos en servidores de la esperanza para los demás


Para acabar, la propuesta de hoy, como no podía ser otra, va a ser: leer y saborear esos tres puntos de la Spe salvi, 32-34 . Para qué te voy a poner la miel en los labios, si la puedes tomar tú, ¿verdad?


No lo olvidemos: esto va a pasar y Dios está con nosotros. 


¡Ánimo, que HAY ESPERANZA!


P. D.: Te recordamos que ya hay 3 Vídeos de la serie ANCLADOS en nuestra sección dedicada a estos. ¡Échale un ojo a todos!


Hasta mañana… Si Dios quiere. :)

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