“Todavía queda una esperanza para Israel”
Esdras 10,2
Hemos cumplido ya 40 días. Nunca mejor que ahora podemos decir que hemos vivido en cuarentena. Ha sido un confinamiento colectivo. Cuando repaso este largo camino, así a bote pronto, detecto dos hechos. Uno, que hemos vivido mucho juntos (aunque suena como una paradoja, pero ha sido así); y dos, que hemos vivido mucho de todo. En negativo hemos vivido: mucha enfermedad, soledad, muerte, dolor, frustración, temor, agotamiento, desorientación, preocupación… En positivo: mucho sacrificio, entrega, generosidad, agradecimiento, paciencia, comprensión, acompañamiento, unión, colaboración, respeto, solidaridad, profundidad, silencio, escucha, oración, reencuentro, perdón, fe, esperanza, caridad… Sin querer, y al acabar de escribir esta lista, me he dado cuenta de que de forma natural ha salido más extensa la segunda que la primera. Aunque, naturalmente, si a uno le ha tocado trabajar en los hospitales o le ha tocado la muerte de cerca, se verá más reflejado en la primera. Pero querría destacar que a nivel humano, en las situaciones que llamamos ‘críticas’, ‘extremas’ o ‘límite’, sale lo peor o lo mejor de cada uno. Y, sinceramente, pienso que después de observar durante mes y medio el comportamiento de la humanidad, ha quedado claro que en el origen, Dios creó todo bueno. También al hombre.
Pero, ya mirando más allá, me gustaría que nos hiciéramos una pregunta: ¿Realmente solo esperamos a que pase todo esto para volver a la vida de antes? Sinceramente pienso que, si como sociedad actuamos así, no habremos comprendido nada. Que si deseamos la desescalada y salir a la calle como una manada de ñus, y con la obsesión de recuperar el tiempo perdido, como si nos hubieran robado, no habremos comprendido nada. Como familia, como sociedad, como humanidad, tenemos una cita con la historia. Una doble cita. Una, con la historia presente, y otra, con la del futuro. ¿Qué les vamos a dejar como herencia a las generaciones futuras? Esas van a ser herederas de lo que todos, de una forma u otra, les dejemos. Tenemos una llamada a reflexionar (ahora lo tenemos hasta más fácil :), a ordenar nuestros sentimientos y pensamientos para hacer un “recalcular”. Como cuando vamos en coche y el gps dice “recalculando”. Hay que repensar nuestro mundo y recalcular nuestra vida. ¿Por dónde empezar? Pues yo diría que por lo que está al alcance de cada uno: por tu propia vida y círculo de relaciones.
Mañana más sobre este tema de “recalcular” todo.
Para acabar, la propuesta de hoy va a ser: primero, pensar un poco en qué tengo que recalcular en mi vida. Segundo, celebrar la Misa de mañana Domingo 26 / 12:00 por las redes; si quieres, conmigo, que retransmitiremos por Instagram (parroquiesmontornes). ¡Comparte!
No lo olvidemos: esto va a pasar y Dios está con nosotros.
¡Ánimo, que HAY ESPERANZA!
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Hasta mañana… Si Dios quiere. :)
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