“Dios, rico en misericordia (...) nos ha hecho revivir con Cristo”
Efesios 2,4-5
Tan necesitados de todo como estamos, nos viene de maravilla este Domingo de la Divina Misericordia. En verdad es el Domingo 2º de Pascua pero, a partir del Papa Juan Pablo II, se ubicó esta fiesta de la Divina Misericordia. La misericordia es una virtud que aglutina muchas otras virtudes. Es una mezcla de bondad, compasión, amor entrañable y ternura. Si te fijas, es como que describen lo que siente una madre hacia su hijo o hija. De hecho, estos son sentimientos que nos brotan a todos al ver a un bebé o un niño pequeño. Una madre, ¿qué no haría por el bien de sus hijos? ¿Cómo sufre un madre al ver su sufrimiento? ¿Cuánta ternura, verdad, al ver a una madre y a su hijo en brazos ambos dormidos?
El amor de una madre hacia su hijo describe muy bien el concepto de “divina misericordia”. Dios nos ama como una madre ama a su hijo. Así es su ternura, como la de una madre por su niño, como en la foto que acompaña el texto de hoy. Pero estarás de acuerdo que cuando una madre o un padre son así de buenos, habitualmente es porque lo han aprendido de alguien; habitualmente de sus padres y abuelos. Así que, todos estamos llamados a aprender de quien sabe. Vayamos nosotros, pues al Maestro, a Jesús, el ejemplo de amor sin límites. Vayamos, como dice una canción, “al taller del Maestro”. ¿Que te sientes frustrado? Él te levantará. ¿Que te sientes desconsolado? Él te consolará. ¿Que te sientes solo? Él está contigo. En todo, Él te curará. Te tomará entre sus brazos y cada herida sanará. Tu alma remendará y revivirás. Esto no solamente suena bien, sino que es verdad.
Para acabar, la propuesta de hoy va a ser sencilla: pensar en el amor de una madre fuerte, dulce y entrañable y darnos cuenta de que así es Dios; recréate en esa imagen y que te acompañe a lo largo de este Domingo de la Misericordia. Segundo, mirar el motivo de gozo y el propósito de mañana, día 8 de Pascua, que toca el área de la fraternidad. Porque vivimos 50 DÍAS CON PROPÓSITO.
No lo olvidemos: esto va a pasar y Dios está con nosotros.
¡Ánimo, que HAY ESPERANZA!
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