“Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón”
Jn 16,22
La vida es bella. Este no es solamente el título de una de las películas más hermosas, a mi parecer, del siglo XX, sino una gran verdad. En sí, la vida es un gran regalo, una gran oportunidad, y es bueno amar la vida. Aunque a veces, podemos caer en la tentación de creer que para que la vida sea “bella”, nos tiene que ir casi todo bien. Bien sabemos que la vida también es dura. Hoy en día, estamos teniendo experiencia muy fuerte de esta otra gran verdad: la vida es dura.
Hoy me gustaría que le diéramos alguna vuelta a la vida eterna. El Papa emérito se hace eco de una experiencia personal contradictoria. Nos dice en la Spe salvi N. 11, que “por un lado, no queremos morir; los que nos aman, sobre todo, no quieren que muramos. Por otro lado, sin embargo, tampoco deseamos seguir existiendo ilimitadamente, y tampoco la tierra ha sido creada con esa perspectiva. Entonces, ¿qué es realmente lo que queremos? ¿Qué es realmente la 'vida'?” Estas preguntas nos pueden parecer extrañas pero, son de mucho calado. No podemos dar por supuesto que tengamos claro qué queremos o en qué creemos. Pero ánimo, que hay esperanza, también para salir de este enredo.
Continúa diciendo: “Hay momentos en que de repente percibimos algo: sí, esto sería precisamente la verdadera 'vida', así debería ser. En contraste con ello, lo que cotidianamente llamamos 'vida', en verdad no lo es”. Y entonces cita la carta que escribió a San Agustín una viuda romana acomodada y madre de tres cónsules. En ella decía: "En el fondo queremos solo una cosa, una vida 'bienaventurada', la vida que simplemente es vida, simplemente 'felicidad.'" Ciertamente los cristianos estamos seguros, y así lo creemos, que no nos encaminamos hacia nada más, se trata solo de eso: la felicidad plena. Y aunque para nosotros esta “realidad” sea desconocida, es la verdadera “esperanza” que nos empuja.
La frase bíblica que hoy nos acompaña nos la dice Jesús en el Evangelio de San Juan, pero ésta acaba diciendo “y nadie os quitará vuestra alegría”. Tenemos que pensar en esta frase si queremos entender el objetivo de la esperanza cristiana. Ciertamente, ver a Jesús, estar con Dios, será nuestro mayor gozo y nuestra mayor felicidad. Y es que, si la vida puede llegar a ser tan bella, ¡cómo será la vida eterna!
Para acabar, la propuesta de hoy va a ser: recordar unos cuantos momentos felices de nuestra vida y multiplicarlos por mil. El resultado quedará muy, pero que muy lejos de la felicidad que significa la vida eterna, la vida con Dios.
No lo olvidemos: esto va a pasar y Dios está con nosotros.
¡Ánimo, que HAY ESPERANZA!
P. D.: Primero, agradecer la fidelidad a estos mensajes. ¡Felicidades por sostener la esperanza entre todos!
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