“El necio desata su pasión, el sensato sabe controlarla”
Proverbios 11,29
Es probable que tú o tu gente estéis más de mal genio que de costumbre este año, a pesar de haber ido de vacaciones -si has podido-. Esto no te debería sorprender. Hay muchas razones para estar enfadados ahora mismo: desde haber pasado una cuarentena interminable, hasta despidos masivos, cierres de empresas y negocios, retraso en el pago de los ertes -o ertes no cobrados-, como ejemplo de “malos tragos” en una época de larga crisis. Y no sé si te pasa pero a veces, uno “salta”, y se da cuenta de que está saltando más de lo habitual. Además, suele pasar que reaccionamos peor con la familia o los amigos de verdad. Es como que me permito el “lujo” de ser algo desagradable con aquellos a los que más quiero. Si nos paramos a pensar, es una contradicción en sí misma, pero somos así. Como dice san Pablo en su carta a los romanos: “No entiendo mi comportamiento, pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco” (Rm 7,15).
Pero la rabia no tiene por qué ganar. Más que nunca, ahora es momento de mirar cómo nuestra fe puede darnos la calma que necesitamos, también en tiempos de crisis. Afortunadamente, Dios puede ayudarnos a manejar los enfados en medio del caos y la tensión si seguimos alguna de estas tres pautas.
Primero, date cuenta del costo de tu enfado incontrolado. Puedes prever el precio de tu enfado. Proverbios 29,22 dice: “Hombre violento provoca pleitos”; y, sin embargo, mira el premio de la reflexión: “El hombre prudente se gana la estima” (cf. 12,8)
Segundo, decide manejar tu enfado. Tienes que decidir: ¿Quieres que tu enfado te haga daño a ti y a los tuyos, o no? Deja de decir que no puedes controlar tu enfado, y sé honesto contigo mismo. Con la ayuda de Dios y tu voluntad, el enfado es controlable. Dice Proverbios 11,29: “El necio desata su pasión, el sensato sabe controlarla”. Ánimo y prepárate por adelantado sobre cómo responder en las situaciones que te hacen “saltar”. Si no decides antes cómo vas a reaccionar, seguramente vas a fallar.
Tercero, pide a Dios que te llene con su amor. El amor de Dios es el verdadero secreto para transformarnos y pasar de ser personas que se enfadan fácilmente a personas pacíficas. San Pablo nos dice en 1 Corintios 13,5 que “el amor no se irrita”. Cuando estamos llenos del amor de Dios la ira no manda en nosotros. Nuestra relación con Cristo influye mucho en nuestra habilidad para controlar la ira en nuestras vidas. El amor de Dios puede cambiarnos hasta en medio de la calamidad.
Dios usa los tiempos duros como estos para formar tu carácter. Mientras la ira explote a tu alrededor -o en la de otros que conozcas-, míralo como una oportunidad para dejar brillar la paz de Dios a través de ti. Mi deseo para ti, que has leído este escrito, es que durante el 2020 cuentes con Dios para manejar tu ira. Así nos irá mejor.
Para acabar te hago la propuesta para esta semana: piensa en esas situaciones que te hacen enfadar, cómo quieres reaccionar a partir de ahora y qué vas a hacer para llenarte del amor de Dios. Ánimo y paz.
Feliz semana y que Dios te siga bendiciendo. :)
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